Los justos






Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.


Jorge Luis Borges 


Alegría



           En la tristeza estamos perdidos, por eso los poderes tienen la necesidad 
de que los sujetos sean tristes. Gilles Deleuze




ALEGRÍAS DE CÁDIZ
Chano Lobato


Tirititran tran tran tran...

tirititran tran tran tran...

tirititran tran tran tran...

tirititran tran tran ...

........

Historia del tirititran


El origen del tirititran al inicio del cante por alegrías.

Chano Lobato (descanse en paz; Arte, Talento y Simpatía) cuenta que el cantaor gaditano Ignacio Espeleta (1871 – 1938) tenía que cantar en una ocasión para las bailaoras La Macarrona y La Malena y no se acordaba de la letra, ya que estaba “bien puesto”, por lo que improvisó ese tirititran al cante por alegrías que, al parecer, desde entonces se ha convertido en introducción, salida o temple a ese tipo de palos flamencos.










DEFENSA DE LA ALEGRÍA
Mario Benedetti


Defender la alegría como una trinchera 

defenderla del escándalo y la rutina 

de la miseria y los miserables 

de las ausencias transitorias 

y las definitivas 

defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 
y también de la alegría.

Creación y Resistencia





Un creador es un ser que trabaja por gusto.
                                                       Gilles Deleuze


1/2




2/2


Los buenos libros




Los buenos libros son buenos libros y sirven para señalar los vicios, las virtudes y los defectos humanos. Pero no para cambiarlos. No importa. Con ellos o sin ellos hemos ido alcanzando otros progresos: los pobres son ahora más pobres, los ricos más inteligentes y los policías más numerosos.

Augusto Monterroso

La Patria y la Escuela






El empeño de que los chiquillos adquieran sentimientos patrióticos en la escuela es tan bien intencionado como inútil.

Un profesor, por muchos himnos que haga entonar a sus alumnos, no les inculcará el amor a la patria; no existen procedimientos pedagógicos para eso, como no los hay para inculcar el amor a la familia. Las síntesis sentimentales no surgen en nosotros a fuerza de razonar, sino a fuerza de vivir. El amor a la familia nace del ambiente del hogar; el amor a la patria nace del ambiente colectivo; y el más sublime de los amores, el amor a la humanidad, nace del ambiente elevado que flota por encima de los siglos y de las fronteras.

Examine cada uno su remota niñez, busque lo que era para él entonces la idea de patria, y encontrará algo grotesco, cuando no el vacío. Es lo que ocurre con las ideas religiosas. Si poco a poco es retirado de la enseñanza lo que se refiere a los cultos, acabaremos por eliminar también de ella el culto patriótico. En la escuela no se debe adorar sino comprender. Pero la verdad no tiene patria. No hay una manera patriótica de hacer multiplicaciones, de preparar el oxígeno ni de construir un muro, y si hay una geografía y una historia patriótica, es porque son falsas.

El niño no puede retener del patriotismo lo bueno, es decir, lo piadoso y justo, lo altruista de la fórmula. Retiene lo malo, lo pintoresco, la hostilidad estúpida a cuanto está del otro lado de un río o de un poste; la ferocidad militar, los héroes despreciables que ensangrentaron el mundo; no retiene del patriotismo su entraña de amor, sino su entraña de odio.

Y a más la mentira, la convicción de que su país es el más perfecto de todos. Protestamos contra esos manuales de historia, cándidas mitologías a base de milagro patriótico. Que el hombre sepa cuándo le falta razón a su patria, para defender las patrias que la tienen, y evitar agresiones internacionales que son la vergüenza de nuestro tiempo. Que sepa que no es el fanatismo quien engrandece las patrias modernas, sino el trabajo, y que no hablan a cada momento de la patria los que la engendran, sino los que la explotan.

Marchamos rápidamente a nuevas instituciones sociales, de carácter cosmopolita. Observamos ya que los problemas humanos más hondos han cambiado de índole. En vez de interesar a las nacionalidades o a las razas, interesan al conjunto de nuestra especie. Recordad cuántos prejuicios, cuántas sandeces, cuántos errores, inoculados por medio de la escuela, tuvimos que destruir en nosotros, para volvernos aptos a la lucha contemporánea. Seamos siempre menos dogmáticos con nuestros hijos; dejemos abierto su espíritu a las posibilidades que no somos capaces de comprender; no atemos las almas que vienen a la tierra; ¡desatémoslas! No nos interpongamos entre ellas y el divino futuro.

Rafael Barret 

El tiempo de la vida






1. Nuestra vida se extiende mucho para quien sabe administrarla bien.

2. ¿Se atreve alguien a quejarse de la soberbia del otro cuando él mismo nunca tiene tiempo libre para sí?

3. Nada puede ejercitarse bien por un hombre ocupado, ni la elocuencia, ni las artes liberales, pues cuando un espíritu es distraído, no cobija nada muy elevado, sino que todo lo rechaza como si fuese inculcado a la fuerza.

4. A los hombres más poderosos, los que están situados en altos cargos, se les escapan palabras en las que anhelan el descanso, lo alaban, lo prefieren antes que a todos sus bienes.

5. Hay que suavizar todas las cosas y hay que sobrellevar todas con buen ánimo.

6. Aquel que dedica todo el tiempo a su propia utilidad, el que dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el mañana, ni lo teme.

7. Debe conservarse con sumo cuidado lo que no se sabe cuando va a faltar.

8. El mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo del mañana se pierde el hoy.

9. Este camino de la vida, continuo y apresuradísimo, que, en vela o dormidos, recorremos al mismo paso, no es visible a los hombres ocupados sino hasta que han llegado al final.

10. Es propio de una mente segura y tranquila el recorrer todas las partes de su vida. Los espíritus de las personas ocupadas, como si estuviesen bajo un yugo, no pueden volver, ni mirar hacia atrás.

11. El tiempo presente sólo pertenece a los hombres ocupados, el cual es tan breve que no puede atraparse, y este mismo se les sustrae, turbados como están en sus muchas ocupaciones.

12. Hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso una y otra vez.

13. Es ocioso aquel que tiene sentido para su ocio.

14. No son ociosos aquellos cuyos placeres encierran buena parte de trabajo.

15. De todos, sólo son ociosos quienes tienen tiempo libre para la sabiduría, pues no sólo defienden bien su vida: cualquier tiempo lo añaden al suyo.

16. La vida mas breve y mas llena de inquietudes es la de aquellos que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, temen el futuro.

17. La vida de quienes preparan con un gran esfuerzo lo que poseerán con un esfuerzo mayor es desgraciadísima. Con gran trabajo consiguen las cosas que quieren, con ansiedad mantienen las que han conseguido, entretanto no hay ningún cálculo del tiempo, de ese que no va a tornar nunca más.

18. No esperes hasta que las circunstancias te dejen en libertad, sino sepárate tú mismo de ellas. 

19. Es enemigo de la serenidad un compañero perturbado y que se lamenta de todo. 

20. Hay que pensar cuánto más leve sea el dolor de no tener que el de perder, y comprenderemos que a la pobreza le corresponde un tormento menor en cuanto es menor la posibilidad de mermar. 

21. Habituémonos a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad de las cosas, no sus adornos. 

22. En todas partes es un vicio lo que es excesivo.

23. Da entrada a la razón en las dificultades: pueden ablandarse las circunstancias duras, dársele amplitud a las estrechas y las graves oprimir menos a quienes las soportan con elegancia.

24. No envidiemos a los que están situados por encima de nosotros: las cosas que parecían más excelsas se derrumbaron.

25. Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo, pero quien sepa que este hecho estaba pactado en el mismo momento en que fue concebido, vivirá según la ley de la naturaleza, y, a su vez, con la misma fortaleza de espíritu, se mantendrá firme para que ninguna cosa que le suceda sea inesperada.

26. Es más tolerable y más fácil no adquirir que perder.

27. Que no se apodere de nosotros la inconstancia, vicio en extremo enemigo de la serenidad.

28. Quien se dedica a muchas cosas, a menudo entrega a la suerte el dominio de sí mismo.

29. Es propio del hombre reírse de la vida antes que lamentarse.

30. Es mejor aceptar con tranquilidad las costumbres públicas y los defectos humanos, y que no se escapen involuntariamente ni la risa ni las lágrimas.

31. En tus males conviene que te conduzcas de tal modo que des al dolor sólo cuanto la naturaleza ordene, no cuanto ordene la costumbre.

32. No es grata y segura la vida de quienes viven siempre bajo una máscara.

33. Hay que mezclar y alternar estas cosas: la soledad y la compañía de la multitud.

34. No hay que tener la mente en la misma tensión constantemente.

35. Hay que dar un alivio a nuestros espíritus: tras haber descansado surgen los mejores y más vivos proyectos.

36. A través de las ocupaciones se pasa la vida.

37. Ante todas las cosas es necesario evaluarse a uno mismo, porque las más veces nos parece que podemos más de lo que en verdad podemos.

38. Los patrimonios, causa máxima de las aflicciones humanas.

39. La mejor medida del dinero es no caer en la pobreza ni alejarse demasiado de ella.

40. ¡Qué tarde es comenzar a vivir cuando hay que abandonar la vida!

Séneca

 

Ante el dolor de los demás


                                                               Susan Sontag


En la modernidad, ser espectador de las calamidades de otro país es una experiencia intrínseca, la miseria se exhibe constantemente. Las imágenes en general (TV, vídeo o películas) es nuestro entorno habitual, pero para recordar parece que la imagen fotográfica cala mas hondo ya que la memoria congela cuadros y su unidad fundamental es la imaginación individual porque la fotografía es como una cita o como un proverbio. Por supuesto, las imágenes más dramáticas son las que impulsan la empresa de la fotografía que es parte de una cultura donde la conmoción es el primer valor y estímulo de consumo. 

Desde que se inventa la cámara, la fotografía sigue a la muerte porque hacer fotografías cobró una inmediatez y autoridad mayor que cualquier relato verbal. La guerra civil española fue la primera cubierta en sentido moderno, la de EE UU y Vietnan fue la primera que atestiguaba día a día con cámara de vídeo y desde ahí las masacres han sido una rutina del incesante caudal de entretenimiento doméstico de la pequeña pantalla. 

Captar una muerte y embalsamarla para siempre es algo que solo pueden hacer las imágenes y así se ve la guerra cuando se mira a distancia: como imagen. Cada parte de la sociedad guardad su propia distancia o proximidad ante la guerra: víctimas, parientes afligidos o consumidores de noticias. La cámara aproxima al espectador demasiado y las fotos que destacan por su sufrimiento, dan una información innecesaria e indecente. Así que, durante la guerra de Vietnan, la fotografía bélica se convierte también en una crítica de guerra y a los medios no les interesa que la gente sienta náuseas, por lo que surge la censura y con ella muchos defensores de ésta.  

La función del arte es transformar, pero la fotografía que ofrece testimonio de lo calamitoso y represible es muy criticada si parece estética, si se parece demasiado al arte. Ni las fotografías de guerra han de ser bellas, ni los pies de foto dar lecciones de moral. 

La violencia se mira con desapego porque la gente se ha retraído ante una dieta de imágenes violentas que nos ha vuelto indiferentes debido a que hay un alto grado de violencia y sadismo admitido en la cultura de masas: películas, TV, vídeo juegos... Imágenes que hace cuarenta años nos habrían encogido, las observamos hoy día sin pestañear. La pasividad embota los sentimientos. 

Existen dos importantes ideas extendidas acerca del efecto de la fotografía. Una de ellas es que la atención pública está guiada por las atenciones de los medios y parece que solo cuando hay foto la guerra se vuelve real. La otra puede parecer contraria, pero en un mundo ultrasaturado de imágenes, las que mas deberían importar tienen un efecto cada vez menor porque nos hemos vuelto insensibles.


Susan Sontag - Ante el dolor de los demás


Los tres filtros de Sócrates






- ¿Sabes, Sócrates. lo que acabo de oír de uno de tus discípulos?


- Antes me gustaría que pasaras la prueba del triple filtro. El primero es el de la Verdad. ¿Estás seguro de que lo que vas a decirme es cierto?


- Me acabo de enterar y.... 


- ... o sea que no sabes si es cierto. El segundo filtro es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno sobre mi discípulo?


- Todo lo contrario.


- Conque quieres contarme algo malo sobre él y sin saber si es cierto. No obstante aún podría pasar el tercer filtro, el de la Utilidad. ¿Me va a ser útil?


- No mucho.


- Si no es cierto, ni bueno, ni útil, ¿para que contarlo?

La Opinión Pública



Andrés Rábago - El Roto



Es extraño, también, que siga teniendo fé en la Opinión Pública, como si ese fetiche no pudiera crearse a voluntad mediante la Propaganda. La Opinión Pública sigue siendo quien impone los gobiernos, pero resulta, que estos gobiernos son los que crean la Opinión Pública. 

Muy a menudo compruebo que todo es opinable, y alguien que comenzó antes de ayer puede hablar tanto como otro cuya trayectoria está largamente probada en la vida del país. Y su opinión llega a ser clasificatoria, y no tiene siquiera que demostrarse. La llamada opinión pública es la suma de lo que se le ocurre a quienes, en esos minutos, pasan ocasionalmente por la esquina elegida, y conforman el mínimo universo de una encuesta que, sin embargo, saldrá a grandes titulares en los diarios y los programas de televisión. Las preguntas que suelen hacerse son de una torpeza que pondrían frenético a Sócrates, que las colocó en el lugar de quien ayuda a dar a luz. Todo pasa y todas las perspectivas son válidas. Lo mismo Chicho que Napoleón, Cristo que el Rey de Bastos. No se piensa en futuro, todo es de coyuntura.

Otra consecuencia de este estado de cosas es la sobrevaloración de la diversión. Los programas “divertidos” tienen mucho raiting —y el raiting es lo supremo— no importa a costa de qué valor, ni quién lo financia. Son esos programas donde divertirse es degradar, o donde todo se banaliza. Como si habiendo perdido la capacidad para la grandeza, nos conformáramos con una comedia de regular calidad. Esta desesperación por divertirse tiene sabor a decadencia.

Ernesto Sábato

Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *