Ante el dolor de los demás


                                                               Susan Sontag


En la modernidad, ser espectador de las calamidades de otro país es una experiencia intrínseca, la miseria se exhibe constantemente. Las imágenes en general (TV, vídeo o películas) es nuestro entorno habitual, pero para recordar parece que la imagen fotográfica cala mas hondo ya que la memoria congela cuadros y su unidad fundamental es la imaginación individual porque la fotografía es como una cita o como un proverbio. Por supuesto, las imágenes más dramáticas son las que impulsan la empresa de la fotografía que es parte de una cultura donde la conmoción es el primer valor y estímulo de consumo. 

Desde que se inventa la cámara, la fotografía sigue a la muerte porque hacer fotografías cobró una inmediatez y autoridad mayor que cualquier relato verbal. La guerra civil española fue la primera cubierta en sentido moderno, la de EE UU y Vietnan fue la primera que atestiguaba día a día con cámara de vídeo y desde ahí las masacres han sido una rutina del incesante caudal de entretenimiento doméstico de la pequeña pantalla. 

Captar una muerte y embalsamarla para siempre es algo que solo pueden hacer las imágenes y así se ve la guerra cuando se mira a distancia: como imagen. Cada parte de la sociedad guardad su propia distancia o proximidad ante la guerra: víctimas, parientes afligidos o consumidores de noticias. La cámara aproxima al espectador demasiado y las fotos que destacan por su sufrimiento, dan una información innecesaria e indecente. Así que, durante la guerra de Vietnan, la fotografía bélica se convierte también en una crítica de guerra y a los medios no les interesa que la gente sienta náuseas, por lo que surge la censura y con ella muchos defensores de ésta.  

La función del arte es transformar, pero la fotografía que ofrece testimonio de lo calamitoso y represible es muy criticada si parece estética, si se parece demasiado al arte. Ni las fotografías de guerra han de ser bellas, ni los pies de foto dar lecciones de moral. 

La violencia se mira con desapego porque la gente se ha retraído ante una dieta de imágenes violentas que nos ha vuelto indiferentes debido a que hay un alto grado de violencia y sadismo admitido en la cultura de masas: películas, TV, vídeo juegos... Imágenes que hace cuarenta años nos habrían encogido, las observamos hoy día sin pestañear. La pasividad embota los sentimientos. 

Existen dos importantes ideas extendidas acerca del efecto de la fotografía. Una de ellas es que la atención pública está guiada por las atenciones de los medios y parece que solo cuando hay foto la guerra se vuelve real. La otra puede parecer contraria, pero en un mundo ultrasaturado de imágenes, las que mas deberían importar tienen un efecto cada vez menor porque nos hemos vuelto insensibles.


Susan Sontag - Ante el dolor de los demás


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