Salta la tapia






'Salta la tapia', una experiencia nueva y abierta en el psiquiátrico sevillano de Miraflores

El programa Salta la tapia pretende ser la síntesis de las nuevas experiencias y distintos métodos que se aplican en el hospital psiquiátrico de Miraflores, de Sevilla. Con irregular periodicidad, se ha conseguido que la sociedad se fije en el centro y considere de otra forma a ese tipo de enfermos. 

Era la consecuencia de una nueva visión de la asistencia psiquiátrica, surgida cuando ocupaba la dirección del centro el doctor González Chaves. Se trataba de eliminar paulatinamente la diferencia entre los de dentro y los de fuera, porque tras la puerta de Miraflores sólo hay una mínima parte de los enfermos mentales. El concepto de que la enfermedad mental es biológica fue dejando paso al convencimiento de que era biográfica. 

En esa etapa se duplicó el personal técnico, se iniciaron estudios epidemiológicos, se suprimió el tratamiento de electrochoque -que antes se aplicaba a uno de cada cinco enfermos-, se pusieron en marcha una biblioteca y un club social, se intentó evitar los ingresos y se abordó el estudio sectorizado, en el que un grupo se especializó en determinados sectores de la provincia.  

Una prueba de ello la constituye el éxito del Salta la tapia-84, en cuyos actos han participado más de 10.000 personas, que han perdido sus recelos a la hora de cruzar el umbral del psiquiátrico. Con exposiciones de los trabajos efectuados por el Taller de Terapia Ocupacional, verbenas populares, representaciones teatrales, capeas, festivales flamencos, el festival de música Electro-Rock y acontecimientos deportivos se ha cerrado otro intento de integrar en la sociedad a los enfermos mentales. 

Todo ello con la noche de coartada y ese brillo mutuo en la mirada que trata de esclarecer si el que está al lado es de fuera o de dentro. Los de dentro subieron al escenario. Primero, una espontánea, que cantó un lindo tema de su invención, anunció un milagro y amenazó con castigos divinos los excesos sexuales. Después, Mateo, un músico a quien los avatares de la vida condujeron a ese centro, pero que guarda el ritmo en algún lugar de su cerebro, y las cualidades, en su garganta.

¡¡¡ Viva Lole !!! 

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