Conservación de los recuerdos







Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes" o: "Frank Sinatra". 
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte" y también: "Cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

Historias de cronopios y de famas - Julio Cortázar 

La vida es un cigarrito










La vida es un cigarrito
Que en cuatro suspiros cabe
Si te lo fumas ansioso
A poco o nada te sabe

Dicen que jugar con fuego
No es cosa de hombres cabales
Yo soy hombre fumo y bebo
Y bailo en los carnavales


Me lío mi cigarrito
Con parsimonia y decoro
Y saboreo la mezcla
Como si fuera un rey moro

En mitad de la faena
Un cigarrito me fumo
Y se me quita la pena
MIrando volar el humo

Nace la planta del suelo
El sol le da calidad
El humo levanta el vuelo
Y sube a la eternidad




La vida es un cigarrito 
Que tiene mucho misterio
Si dejas que te la líen
Te llevan al cementerio

Dicen que el tabaco mata
Fumar con tiento es de sabios
Y no apurar la colilla
Pa´no quemarse los labios



El cigarrito - Juan Perro

Sísifo el héroe absurdo






Por su desobediencia, los dioses condenaron a Sísifo a empujar sin tregua una roca hasta la cima de la montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. "Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Sísifo es el héroe absurdo" señala Albert Camus a propósito de este mito. "Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada [...]. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo".


Como absurda es la tarea en las oficinas. El cuarenta por ciento de la fuerza laboral son trabajadores de cuello blanco. En su mayoría, desempeñan algunos de los empleos más tediosos jamás concebidos: mover papeles inútiles de un lado a otro.


Los modernos dioses del capitalismo han perfeccionado el absurdo al crear la necesidad de que cada persona se dedique a empujar rocas sin sentido. El nuevo mito de nuestros días se llama Pleno Empleo, una contradicción en sus términos: desde las primitivas hachas de silex a la utilización del silicio en los chips electrónicos, los avances tecnológicos significan ahorros de esfuerzo humano. Pero como señalo el economista polaco Michal Kalecki, "los fundamentos de la ética capitalista exigen que usted gane su pan con el sudor de su frente... a menos que usted posea medios privados".


Así, las nuevas tecnologías no han sido utilizadas para distribuir mejor el tiempo de trabajo (¿noo?) , sino para favorecer una gigantesca concentración de capital privado (pero que golums que son). El neoliberalismo ha creado el imaginario de una sociedad supeditada funcionalmente a las necesidades del mercado. Esa irracionalidad exige que todo el mundo acepte que el progreso económico exige mercados de trabajo "desrregulados", aceptando asimismo que existirán grupos sociales vencedores (winners payo) y grupos sociales perdedores (loosers, de algo me tienen que servir mi inglish vaugan class). Se utiliza el despido como medio disciplinario, más no se debería olvidar que, en buena lógica, los perdedores en el campo laboral podrían revolverse y utilizar la fuerza (como se les ocurra mandamos a la Benemérita) para recuperar posiciones por otras vías. Al fin y al cabo, "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Karl von Clausewitz, dixit.


69 Razones para no trabajar demasiado - Ciudadano Pérez


Rayuela Jazz





El jazz -el creado por los negros, y único que merece tal nombre- ha evitado con ingenuidad maravillosa el terrible azar que, a pesar de todas las probidades interpretativas, se juega en los teclados del mundo. Entre los jazzmen negros no hay autores y ejecutantes, músicos e intérpretes. Todos ellos son músicos. Julio Cortázar




Dave Brubeck Quartet - Blue Rondo à la Turk





"Pero en el jazz como en cualquier arte hay siempre un montón de chantajistas. Una cosa es la música que puede traducirse en emoción y otra la emoción que pretende pasar por música. Dolor paterno en fa sostenido, carcajada sarcástica en amarillo, violeta y negro. No, hijo, el arte empieza más acá o más allá, pero no es nunca eso.

    Nadie parecía dispuesto a contradecirlo porque Wong esmeradamente aparecía con el café y Ronald, encogiéndose de hombros, había soltado a los Warring’s Pennsylvanians y desde un chirriar terrible llegaba el tema que encantaba a Oliveira, una trompeta anónima y después el piano, todo entre un humo de fonógrafo viejo y pésima grabación, de orquesta barata y como anterior al jazz, al fin y al cabo de esos viejos discos, de los show boats y de las noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías, su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues, para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasicismo, hot y jazz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la estúpida música animal de baile, la polka, el vals, la zamba, una música que permitía reconocerse y estimarse en Copenhague como en Mendoza o en Ciudad del Cabo, que acercaba a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse menos solos rodeados de jefes de oficina, familias y amores infinitamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad reaccionaria del Dixieland, la especialización académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk, Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los arrepentimientos o las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento y toda esa francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientas escuchan Star Dust o When your man is going to put you down , y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí misma, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente, todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizás había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombres porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.

I could sit right here and think a thousand miles away,
I could sit right here and think a thousand miles away,
Since I had the blues this bad, I can’t remember the day…"

Rayuela - Julio Cortázar

La pequeña muerte







  No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo mas alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo mas alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien no tiene nada de raro, porque nacer es una alegría que duele. 

Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

Eduardo Galeano

Money







Es así: periódicamente el dinero me reprocha
por qué lo dejo aquí sin utilizar. 
Soy lo que nunca tuviste, el sexo y las cosas buenas.
Tú puedes conseguirlas firmando unos cuantos cheques. 
Entonces miro qué hacen los demás con el suyo: 
seguramente no lo dejan debajo del colchón. 

Ellos ya tienen una casa en la playa, un auto y una mujer: 
está claro que el dinero alguna relación guarda con la vida 
-en efecto, tienen mucho que ver si lo averiguas: 
no puedes postergar la juventud hasta que jubiles 
y por más que deposites tu sueldo, al final 
tus ahorros apenas te permitirán pagar un afeitado.

Escucho el canto del dinero. Es como mirar 
desde lo alto de un ventanal una ciudad de provincia,
sus barrios, el canal, las iglesias adornadas y locas
bajo el sol de la tarde. Es intensamente triste.




Quarterly, is it, money reproaches me:
Why do you let me lie here wastefully?
I am all you never had of goods and sex.
You could get them still by writing a few cheques.
So I look at others, what they do with theirs:
they certainly don’t keep it upstairs. 
By now they’ve a second house and car and wife:
clearly money has something to do with life
-in fact, they’ve a lot in common, if you enquire:
you can’t put off being young until you retire,
and however you bank your screw, the money you save
won’t in the end buy you more than a shave. 
I listen to money singing. It’s like looking down
from long French windows at a provincial town,
the slums, the canal, the churches, ornate and mad
in the evening sun. It is intensely sad.


Philip Larkin



Sweet Jane










De pie en la esquina
Con una maleta en mi mano
Jack lleva su faja
Y Jane su chaleco
Y yo, estoy en una banda de rocanrol
Montando en un coche antiguo
Sabes que esos eran tiempos diferentes
Todos los poetas estudiaban las reglas del verso
Y las damas ponían los ojos en blanco
Dulce Jane, dulce Jane, dulce Jane
Te diré algo, Jack es un banquero
Y Jane una empleada
Los dos ahorran dinero
Y cuando vuelven a casa del trabajo
Oh, se sientan junto al fuego oh
En la radio suena
Un poco de música clásica entonces
La marcha de los soldados de madera
Todos protestáis, chicos
Podéis oir a Jack decir
Dulce Jane, dulce Jane, dulce Jane
A alguna gente le gusta salir a bailar
Y otros tienen que trabajar
No tienes más que mirarme
Y hay incluso algunas madres malvadas
Que te van a decir que todo es basura
Sabéis que las mujeres nunca se desmayan
de verdad
Y que los villanos siempre guiñan sus ojos
Y que los niños son los únicos que se ruborizan
Y que la vida es sólo para morir
Pero cualquiera que haya tenido alguna vez un corazón
Oh, no se dará la vuelta para romperlo
Y cualquiera que alguna vez haya interpretado un papel
Oh, no se dará la vuelta para odiarlo
Dulce Jane, dulce Jane, dulce Jane




Standing on the corner, suitcase in my hand
Jack is in his corset, and Jane is in her vest, and, me
I'm in a rock'n'roll band. Huh
Ridin' in a Stutz-Bearcat, Jim
Y'know, those were different times
Oh, all the poet, they studied rules of verse
And the ladies, they rolled their eyes

Sweet Jane! Whoa! Sweet Jane, oh-oh-a! Sweet Jane
I'll tell you something
Jack, he is a banker
And Jane, she is a clerk
Both of them save their monies, ha
And when, when they come home from work
Ooh! Sittin' down by the fire, oh
The radio does play
The classical music there, Jim
"The March of the Wooden Soldiers"
All you protest kids
You can hear Jack say, get ready, ah

Sweet Jane! Come on baby! Sweet Jane! Oh-oh-a! Sweet Jane
Some people, they like to go out dancing
And other peoples, they have to work. Just watch me now
And there's even some evil mothers
Well they're gonna tell you that everything is just dirt
Y'know that, women, never really faint
And that villains always blink their eyes, woo
And that, y'know, children are the only ones who blush
And that, life is, just to die
And, everyone who ever had a heart, oh
That wouldn't turn around and break it
And anyone who ever played a part, whoa
And wouldn't turn around and hate it

Sweet Jane! Whoa-oh-oh! Sweet Jane! Sweet Jane. Sweet Jane
Sweet Jane. Sweet Jane





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