Un espíritu libre no debe aprender como esclavo



 


La semicultura es peor que la ignorancia porque nos engaña. Su engaño hace posible tenernos atados de pies y manos, subyugados por quimeras.

La semicultura, en efecto, es la ilusión de saber. Los medios de comunicación nos alimentan a diario con estímulos y con noticias. Pero estos medios, no lo olvidemos, están al servicio de grupos dominantes que los manejan a su antojo; para servirlos adecuadamente necesitan del éxito a toda costa.

Se explica así la tendencia actual de los medios de comunicación al “sensacionalismo”, el afán de exagerar las noticias más insignificantes, de enunciar a bombo y platillo cualquier tema, cualquier problema viejo o nuevo.

Por tal razón las noticias, problemas y conceptos que difunden están ya manipulados desde el principio. La extrema rapidez con que han de elaborarse los programas en los medios de comunicación, por otra parte, los condena fatalmente a la superficialidad más absoluta.


Los medios de comunicación hacen “cultura” a su manera. Pero la sirven en dosis aplastantes y su fin no es el de instruir, sino el de condicionar: el resultado es la semicultura.[...]

Hoy, que tanto se habla de compromiso y de cultura, resulta inevitable que la gran mayoría de los hombres -privada de los conocimientos que les permitiría tener las ideas claras, los cuales, por otra parte, no los proporciona la escuela, ni tampoco los medios de comunicación- se refugie en la ilusión de saber, cuando no se simula saber. Los medios de comunicación se convierten así en los ministros por antonomasia del reino de la semicultura.


El comportamiento de sus súbditos es comparable al de un bibliotecario que conociera los títulos de todas las obras confinadas a su tutela, pero no su contenido, y que aún así se creyera en la obligación de discutir las ideas de, pongamos, Kant, Leibnitz o Freud.

Roberto Rossellini




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