La utilidad de lo inútil





El oxímoron evocado por el título La utilidad de lo inútil merece una aclaración. La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista.  
Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad.

Nuccio Ordine 






Ha prosperado en nuestro tiempo la más singular de las suposiciones de que cuando las cosas van mal, necesitamos un hombre práctico. Sería más acertado decir que cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre no práctico. Ciertamente, al menos, necesitamos un teórico, Un hombre práctico significa un hombre acostumbrado a la simple práctica diaria, a la manera en que las cosas funcionan normalmente. Cuando las cosas no funcionan, has de tener un pensador, el hombre que tenga cierta doctrina sobre porqué no funciona bien.




La eficiencia, naturalmente, es inútil por la misma razón por la que los hombres fuertes, la fuerza de voluntad y el superhombre son inútiles. Es decir, es inútil porque sólo se enfrentan a las acciones después de que estas hayan sido llevadas a cabo. No dispone de una filosofía para los incidentes antes de que ocurran, por lo tanto no tiene capacidad de elección.
Si pedimos algo abstracto, podemos conseguir algo concreto.

Chesterton

Misántropo, ma non troppo







Que no te pase a ti con los misántropos
lo mismo que a los hombres con los hombres"
(Meditaciones, 7, Marco Aurelio)



Durante veinte años he tratado
con muy pocas personas. 
Desatento
a todo lo que no fuera solsticio
o equinoccio,
en la soberanía del invierno
y el verano
celebraba mis fiestas
esperándote.

Adonde me invitaban no acudí.
¿El motivo? Uno solo:
me concentro mejor en un ciprés
que en las conversaciones.
Así he concluido
que cada árbol es un incontable
como el agua.
Así son cada vez más las personas
a las que quiero mucho y veo poco.

Un ángulo me basta,
un libro y un amigo, un sueño breve.
Tiempo para el amor es lo que pido.
En los actos sociales pienso en ti.
Casi siempre
entre el ruido de copas, de palabras,
llega cierto momento en el que pienso:
Necesito urgentemente ver a un limpio de corazón.
Hablar con él. Guardarme entre sus brazos.

Descansar mi cabeza
encima de la roja frecuencia de su vida.
Únicamente esto.
que en los actos sociales pienso en ti.

Juan Antonio González Iglesias

Habana mía


"El amor es una fiera, que necesita cada día alimento nuevo". José Martí



Las guapas por los balcones
los negros que se remangan
huele a tabaco y malanga, 
sabe a tostón y congrí. 

Un príncipe de la danza 
sobre sus piernas de atleta 
ensaya su pirueta, 
su grand jeté cinco mil. 

El mago de las finanzas, 
el as de la bicicleta, 
resuelve su papeleta: 
cambio jabón por café. 
Hoy, papas por camisetas, 
mañana tengo galletas, 
pasado, vete a saber. 



Y pongo punto y aparte, 
ni de noche ni de día, 
que tu risa no me falte, 
Habana mía

La furia del dios Caribe, 
los días que se suceden, 
dejaron en las paredes 
todos los tonos del gris. 

La mano, niña, que pinta, 
como lo mandan los sueños, 
un autobús que la lleva 
de centro Habana a Madrid. 

Como que la luna es blanca 
y la ternura es morena, 
bendita sabe la cena 
sobre el pagano mantel. 



Los besos que se repiten 
sobre el eterno remite 
de un corazón de papel. 
Que pone punto y seguido, 
ni de noche ni de día 
¡Qué poca cosa te pido, 
Habana mía! 

La mirada impenetrable, 
las llagas de la memoria, 
las caricias que la gloria 
ya no quiere repartir. 

En el jardín donde crecen 
las flores de la paciencia, 
el árbol de la prudencia, 
el reino del colibrí. 
Es el delirio habanero, 
dinero que no es dinero, 
manisero sin maní. 
Y pongo puntos suspensivos, 
ni de noche ni de día, 
ya sabes que no te olvido, 
Habana mía.




Javier Ruibal

Narciso Selfie




Narciso era hijo del dios boecio del río Cefiso y de Liriope, una ninfa acuática. El famoso vidente Tiresias ya había hecho la predicción de que viviría muchos años, siempre y cuando no se viese a sí mismo. A los 16 años Narciso era un joven apuesto, que despertaba la admiración de hombres y mujeres. Su arrogancia era tal que, tal vez a causa de ello, ignoraba los encantos de los demás. Fue entonces cuando la ninfa Eco, que imitaba lo que los demás hacían, se enamoró de él. Con su extraña característica, Eco tendía a permanecer hablando cada vez que Zeus hacía el amor con alguna ninfa. Narciso rechazó a la pobre Eco, tras lo cual la joven languideció.
Su cuerpo se marchitó y sus huesos se convirtieron en piedra. Sólo su voz permaneció intacta. Pero no fue la única a la que rechazó y una de las despechadas quiso que el joven supiese lo que era el sufrimiento ante el amor no correspondido. El deseo se cumplió cuando un día de verano Narciso descansaba tras la caza junto a un lago de superficie cristalina que proyectaba su propia imagen, con la que quedó fascinado. Narciso se acercó al agua y se enamoró de lo que veía, hasta tal punto que dejó de comer y dormir por el sufrimiento de no poder conseguir a su nuevo amor, pues cuando se acercaba, la imagen desaparecía.
Obsesionado consigo mismo, Narciso enloqueció, hasta tal punto que la propia Eco se entristeció al imitar sus lamentos.
El joven murió con el corazón roto e incluso en el reino de los muertos siguió hechizado por su propia imagen, a la que admiraba en las negras aguas de la laguna Estigia. Aún hoy se conserva el término «narcisismo» para definir la excesiva consideración de uno mismo.

La Comedia de la Vida



El alma nace vieja, pero se vuelve joven: esta es la comedia de la vida. 
El cuerpo nace joven y se vuelve viejo: esa es la tragedia de la vida. Oscar Wilde





                            Escena de Du levande - La comedia de la vida.                            Roy Andersson 2007


El trayecto de la vida conlleva el desengaño. Lo bueno escapa siempre, no puedes reternerlo y, además, genera culpabilidad porque, cuando miras a tú alrededor, ves que no puedes compartirlo. Es una sensación extraña. Lo único que perdura es el impulso, la energía de seguir adelante. No tanto con la esperanza de descubrir algo sino con la esperanza de no parar de buscar. 
Gonzalo Suárez 

Mediterráneo








Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.

Yo,
que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.

A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino...

Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...

¿Qué le voy a hacer, si yo
nací en el MEDITERRÁNEO?

Nací en el MEDITERRÁNEO...

Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.

Ay...
si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.

Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.

Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista...

Cerca del mar. Porque yo
nací en el MEDITERRÁNEO...

Nací en el MEDITERRÁNEO...

Nací en el MEDITERRÁNEO...

Joan Manuel Serrat

Del campo al paisaje







No, ya sé que nadie llama a esto ceguera, porque acierto sin vacilar a coger el vaso de encima de la mesa, porque ni voy tropezando con los muebles ni me doy contra las paredes; pero adondequiera que vuelva la mirada no veo más que esa horrible ficción escenográfica que los videntes alabáis todavía como “paisajes”. Me emborracho, salgo afuera y pido que me ensillen el caballo; salto sobre el arzón, pico espuelas y corro y corro y corro por esos pastizales, por esos encinares, sin reparar en riscos, como loco, a riesgo de matarme. Y así, desde después de comer hasta la noche; y lloro y llamo, y al ritmo del galope del caballo voy repitiendo con ansias de jadeo: “¡el campo, el campo, el campo, el campo…!” Cierro los ojos, vuelvo a abrirlos con la esperanza de que al fin las lágrimas me hayan lavado la mirada, y sólo veo paisaje

Rafael Sánchez Ferlosio - Vendrán más años malos y nos harán más ciegos

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