Rutina



Uno tiene en sus manos el color de su día... Rutina o Estallido - Benedetti

Le regaló un papelito en el que había escrito la 
palabra “rosa”, luego otro con la palabra “colgante”, y 
otro con “pendientes a juego”. Ella se acostumbró 
pronto a aquella fantasía compartida, a sus “cajas de 
bombones de marca cara” que no engordaban y a 
los “relojes de lujo” que no necesitaban pilas, y 
siempre esperaba con ilusión a que llegara la 
siguiente nota de papel. Su corazón dio un vuelco de 
emoción el día que recibió el “anillo de compromiso 
de oro y diamantes”. Pero cuando se fueron a vivir 
juntos, empezaron a tener dificultades y a descuidar 
los detalles. Comprendió que todo había terminado 
en su primer aniversario, cuando él le regaló una 
“bufanda de lana” en lugar de un “camisón de seda” 
porque no se lo podía permitir, porque era más 
práctico y porque la intención es lo que cuenta.

María José Barrios 

Handle with care -Trátame con cuidado.














Been beat up and battered round
Been sent up, and Ive been shot down
Youre the best thing that Ive ever found
Handle me with care
Reputations changeable
Situations tolerable
Baby, youre adorable
Handle me with care
Im so tired of being lonely
I still have some love to give
Wont you show me that you really care
Everybodys got somebody to lean on
Put your body next to mine, and dream on
Ive been fobbed off, and Ive been fooled
Ive been robbed and ridiculed
In day care centers and night schools
Handle me with care
Been stuck in airports, terrorized
Sent to meetings, hypnotized
Overexposed, commercialized
Hand me with care
Im so tired of being lonely
I still have some love to give
Wont you show me that you really care
Everybodys got somebody to lean on
Put your body next to mine, and dream on
Ive been uptight and made a mess
But Ill clean it up myself, I guess
Oh, the sweet smell of success
Handle me with care
Me han dado una paliza y me han arrollado.
Me han tirado, y me han disparado.
Eres lo mejor que he encontrado en mi vida.
Trátame con cuidado.

Reputación variable.
Situaciones tolerables.
Cariño, eres adorable.
Trátame con cuidado.

Estoy tan cansado de estar solo.
Todavía tengo algo de amor para dar.
¿Me demostrarás que realmente te importa?

Todo el mundo tiene a alguien de quien depende.
Acerca tu cuerpo al mío, y sueña.

He sido engañado, y tomado por tonto.
He sido robado y ridiculizado.
En centros de acogida de día y escuelas nocturnas.
Trátame con cuidado.

He estado retenido en aeropuertos, aterrorizado.
Enviado a reuniones, hipnotizado.
Sobreexpuesto, comercializado.
Trátame con cuidado.

Estoy tan cansado de estar solo.
Todavía tengo algo de amor para dar.
¿Me demostrarás que realmente te importa?

Todo el mundo tiene a alguien de quien depende.
Acerca tu cuerpo al mío, y sueña.

He estado atado, y me he sentido confuso.
Pero lo superaré por mí mismo, supongo.
Oh, el dulce aroma del éxito.
Trátame con cuidado.

La cultura, ese invento del gobierno







El Gobierno socialista, tal vez por una obsesión mecánica y cegata de diferenciarse lo más posible de los nazis, parece haber adoptado la política cultural que, en la rudeza de su ineptitud, se le antoja la más opuesta a la definida por la célebre frase de Goebbels. En efecto, si éste dijo aquello de "Cada vez que oigo la palabra cultura amartillo la pistola", los socialistas actúan como si dijeran: "En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador". Humanamente huelga decir que es preferible la actitud del Gobierno socialista, pero culturalmente no sé qué es peor.Aún agrava las cosas el hecho de que tales criterios se los imiten todos: la oposición, los Gobiernos autonómicos, las cajas de ahorro, los organismos paraestatales, etcétera. Confieso que tal vez esté yo esta mañana un poco fuera de mí para escribir con la serenidad debida, pero es que acabo de recibir la gota que colma el vaso: es una carta cuyo infeliz autor va a sufrir por mi parte la injusticia de pagar por todos, ya que, como botón de muestra de la miseria a la que me refiero, considero apropiado transcribirla. Es del jefe de un organismo paraestatal (y no sé si hago bien callando nombres), que sin conocerme de nada me tutea, y dice así: "Querido amigo: / Te escribo para invitarte a participar con un texto tuyo, (sic por la coma) en un catálogo de una exposición que deseamos sea un tanto distinta. Se trata de una muestra de pintores actuales, que en lugar de pintar lienzos lo harán sobre abanicos. Sin embargo, no es una exposición de "abanicos" (sic por las comillas), sino que el soporte no será un lienzo. Por tanto, los abanicos son de gran tamaño, y los pintores tienen libertad absoluta para pintarlos, romperlos, jugar y lo que se les ocurra. / Estos soportes los hemos conseguido de China, Japón, y algunos más pequeños, Valencia. / Para el catálogo, nos gustaría que nos mandaras si aceptas, (he renunciado ya antes a seguir poniendo sic) un texto de dos-tres folios, que se ha acordado retribuir con 50.000 pesetas. Hemos invitado a los principales prosistas y poetas, cuya aportación creemos que podría ser muy interesante, y entre los que encontrarás a muchos amigos. Nos gustaría tener el texto a principios del mes de febrero. / Siguiendo nuestra costumbre, queremos subrayar especialmente el acto inaugural, y esperamos que la presentación de la muestra, a principios de mayo, tenga un aire festivo y refrescante. / Un abrazo, NN".
Fíjense no más: si yo, que conozco a poca gente, habría de encontrar "muchos amigos" entre esos "principales prosistas y poetas" y todos ellos van a salir a 10.000 duros por barba, ¿cuánto no va a costar sólo el catálogo de tan descomunal parida? Añádanse a ello las probablemente superiores cantidades que van a cobrar los artistas por hacer el gilipollas con los soportes -embadurnándolos, rompiéndolos o jugando con ellos con absoluta libertad, como prevé el proyecto-, los costos de impresión del catálogo -a todo color, supongo-, gastos de organización, programación, franqueo, propaganda y qué sé yo qué más, precio de los soportes, con sus fletes e impuestos aduaneros nada menos que desde China y Japón, y, por fin, despilfarro de canapés y de borracherías para "el acto inaugural", que el ente en cuestión se complace en asegurar que, "siguiendo su (nuestra) costumbre, quiere (queremos) subrayar especialmente", y se tendrá a cuánto asciende la factura de la "festiva", "refrescante", indecente y repugnante monada cultural.
El autor de la carta se aprovecha de que los llamados intelectuales, teniendo precisamente por gaje del oficio el de no respetar nada ni nadie, no pueden sentir respeto alguno hacia sí mismos ni, por tanto, se van a dar jamás por insultados al verse destinatarios de una carta así, como se darían, en cambio, los miembros de cualquier otro gremio. No es esa, por consiguiente, la cuestión, sino la del insulto que el hábito generalizado de tales despilfarros es para el presupuesto y el contribuyente, así como el mal ejemplo y la degeneración que para cualquier idea de cultura supone la proliferación de mamarrachadas semejantes, de las que el actual Ministerio de Cultura -precedido tal vez por algunos ayuntamientos socialistas- es el primer y más entusiástico adalid. Pero, aunque los intelectuales estén excluidos del derecho a sentirse insultados por nada ni por nadie, sí pueden dolerse íntimamente por la constatación de su propia nulidad, y nada se la confirma tan palmariamente como laincondicionalidad ante la firma que caracteriza los actuales usos del tráfico cultural. Cuántas veces, en los últimos tiempos, he tenido que soportar que me dijeran: "Nada, dos o tres folios sobre cualquier cosa, lo que tú quieras, lo que se te ocurra... ¡Vamos, no me dirás que si tú te pones a la máquina ... !" Nadie te pide nunca nada específico, un desarrollo de algo particular que considere que has acertado a señalar en algún texto y, sobre todo, nadie te exige que lo que le envíes sea interesante y atinado; y así ves perfectamente reducido a cero cuanto antes hayas pensado y puesto por escrito y cuanto en adelante puedas pensar y escribir, para que solamente quede en pie la cruda y desnuda cotización pública de tu firma, sin que la más impresentable de las idioteces pueda menoscabar esa cotización; claramente percibes cómo, sea lo que fuere lo que pongas encima de tu firma, equivale absolutamente a nada.
Nunca nadie recurre a los llamados intelectuales tomándolos en serio, como sólo demostraría el que los reclamase, no para pasear sus meros nombres remuneradamente, sino para pedirles alguna prestación anónima y gratuita (¡y qué Gobierno podría haber soñado una mejor disposición hacia el colaboracionismo como el que este de ahora tenía ante sí en octubre de 1982!). Mas no se quiere, no se necesita su posible utilidad valga lo que valiere -ésta, acaso, hasta estorba-, sino la decorativa nulidad de sus famas y sus firmas. Es como para sospechar si no habrá alguna especie de instinto subliminal que incita a reducir a los intelectuales a la condición de borrachines de cóctel, borrachines honoríficos de consumición pagada, para dar lustre a los actos con el hueco sonido de sus nombres, a fin de que se cumpla enteramente la clarividente profecía del chotis: "En Chicote un agasajo postinero / con la crema de la intelectualidad". Tal confusión de lo espiritual con lo espirituoso hace que una auditoría realmente expresiva de la actual concepción de la cultura no sería cometido de un contable que detallase en pesetas los distintos capítulos del despilfarro cultural, sino más bien oficio de un hidráulico que midiese en hectolitros el aforo de los ríos de alcohol suministrado. Aunque a veces ni siquiera parece necesaria la asistencia fisica, sino que basta con que el nombre aparezca en el programa. Un intelectual orgánico de la Menéndez Pelayo, que tenía a su cargo un seminario sobre tauromaquia en Sevilla, se pasó un par de meses poniéndome conferencias (lo menos puso cinco) para que asistiese, y por mucho que yo le contestase que no sólo no pensaba ir, sino que además veía muy mal que la Meriéndez Pelayo no hallase cuestión más grave en que gastarse los dineros públicos (me imaginaba yo un etílico aquelarre aflamencado sobre las consabidas falacias y chorradas de lo lúdico, lo mítico, lo telúrico, lo vernáculo, lo carismático, lo ritual, lo ancestral, lo ceremonial, lo sacrificial y lo funeral... iiibastaaa!!!), seguía insistiendo con una actitud incluso de desprecio personal -pues éste sí era conocido mío-, al ignorar por completo mi explícito rechazo, como si no lo oyese, repitiéndome: "Sí, hombre, si tú vendrás; ya verás como vienes y te gusta", hasta que al fin, quieras que no, pese a mi negativa y a mi ausencia, terminó por poner mi nombre en el programa, pues, por lo visto, era el nombre lo único que realmente importaba, su presencia y su permanencia en el prospecto impreso, como en una orla de honor de fin de carrera, ya que la única función real de los actos culturales es la de que hayan llegado a celebrarse, y el prospecto es su testimonio perdurable.
Si en el origen de la pasión por los actos, culturales o no, de este afán que podríamos llamar actomanía está la motivación interna del meritoriaje burocrático -puesto que el número y el brillo de los actos celebrados es siempre un tanto de valor visible y sólido en la columna del haber para el currículo de cualquier burócrata-, aún agrava el fenómeno la influencia, a mi entender palmaria, del espíritu de la publicidad. Y a esa influencia se halla especialmente expuesto todo lo que llamamos cultural. No hay más que ver lo llanamente que se aviene a aceptar una palabra congénitamente publicitaria como promoción: se habla de "actos patrióticos", pero suena chocante "promoción patriótica"; en cambio, corre como sobre ruedas "promoción cultural". Ya en la incondicionalidad ante la firma, que arriba he señalado, puede advertirse cómo los usos culturales imperantes imitan el sistema de valores de la publicidad, para la cual un Nombre es siempre un Nombre, como para los anunciantes de champaña catalán Gene Kelly, aunque salga embalsamado en salmuera de polvos de talco a dar dos o tres pasos de baile de semiparalítico (homologables a los dos o tres folios "sobre cualquier cosa" que se les piden a las firmas consagradas), será siempre incondicionalmente Geneee... iiiKelly!!!, del que se sabe que no cobra precisamente cuatro reales por decir "kahrtah nevahdah".
En cuanto a la actomanía, ha llegado, en lo cultural, a impregnarse hasta tal punto del espíritu de la publicidad, que hasta llega a adoptar las formas económicas de la gestión publicitaria: en unos festejos culturales de Navarra, en los que tomé parte este verano, descubrí, para mi estupefacción, que el entero tinglado de los actos, financiados por el Gobierno de Navarra y la institución Príncipe de Viana, había sido completamente encomendado a la gestión de una agencia profesional especializada en montajes culturales. La promoción cultural ya tiene, pues, ella también, agencias, como la promoción publicitaria. La extensión del ejemplo del actual Ministerio de Cultura -especialmente por lo que se refiere a la universidad de verano Menéndez Pelayo, su más deslumbrante y escaparatero "peer en botija para que retumbe"-, envidiado e imitado por los departamentos homólogos de los Gobiernos autonómicos, los municipios, los entes paraestatales, bancos, cajas de ahorro o cualesquiera otras instituciones que tengan presupuesto cultural, se dirige resueltamente a un horizonte en el que la cultura, y con ella su misma concepción y su sentido mismo, se vea totalmente sustituida por su propia campaña de promoción publicitaria. La cultura quedará cada vez más exclusivamente concentrada en la pura celebración del acto cultural, o sea, identificada con su estricta presentación propagandística, tal como con paladina ingenuidad declara expresamente el autor de la carta transcrita al comienzo de este artículo: "Siguiendo nuestra costumbre, queremos subrayar especialmente el acto inaugural".
La misma degenerativa y reductora concepción de la cultura está detrás del sonrojante eslogan La cultura es una fiesta, que ha hecho tanta fortuna, y al que Santiago Roldán, rector de la Menéndez Pelayo es, por lo visto, un adicto cordial y convencido. El prestigio de la fiesta y de lo festivo parece haberse vuelto hoy tan intocable, tan tabú, como el prestigio de el pueblo y lo popular. No se diría sino que una férrea ley del silencio prohíbe tratar de desvelar el lado negro, oscurantista, de las fiestas, lo que hay en ellas de represivo pacto inmemorial entre la desesperación y el conformismo, y que, a mi entender, podría dar razón del hecho de que en el síndrome festivo aparezca justamente la compulsión de la destrucción de bienes o el simple despilfarro. Si esta suposición es acertada, dejo al lector la opción de proseguir la reflexión sobre lo que, para el contenido interno del asunto, podría significar y aparejar esa total identificación entre cultura y fiesta; yo, por mi parte, seguiré aquí ciñéndome al aspecto más externo.
Así, por si no bastaba el mimetismo con la mentalidad publicitaria de las grandes marcas para hacer que en esta Cena de Trimalción de la cultura socialista el mero gasto en sí mismo y por sí mismo resulte ya, sin más, convalidado como atributo cierto del decoro y hasta ingrediente de la calidad, viene a sumársele en igual sentido, mediante la homologación de la cultura como fiesta, la compulsión hacia el despilfarro sin residuo, cimentada tal vez en los más torvos y oprimentes lastres del sospechoso espíritu festivo. Otro factor que, como un casi inevitable acompañante natural, suele traer consigo tal propensión festiva y hasta festivalera de las actividades culturales, es el del imperativo depopularidad de, la cultura. Félix de Azúa, en un espléndido artículo (La política cultural `socialvergente', EL PAÍS, 17 de febrero de 1984), referido al ambiente catalán, señalaba la práctica identidad de directrices entre la política cultural de Convergència i Unió y la del Partido Socialista de Cataluña. Entresaco unas frases del artículo: "La política cultural de los socialistas catalanes tiende a un populismo de la peor especie idealista. Se trata, según dicen, de 'eliminar el elitismo' (...) o de 'promover el arte popular'. Caminan ciegamente en dirección a Max Caliner y la política cultural de Convergencia. (... ) Hay en este planteamiento un par de equívocos. El primero y superior es el del término lo popular. ¿Qué pueblo? ( ...) El segundo equivoco es el de la neutralidad y el miedo al dirigismo cultural. Se trata de un puro engaño. Dirigismo cultural lo hay siempre que existe financiación. Pero la izquierda trata de disimular la mala conciencia con el cuento de la cultura popular. Promover un cine de halago a las zonas más brutales y acéfalas de la sociedad (como Locos, locos carrozas) o financiar espectáculos que rozan lo patológico (como la práctica totalidad del teatro que se exhibe en Barcelona), con la excusa de que son populares, oculta la impotencia de los funcionarios para poner en pie una producción inteligente. Tratan de evitar críticas de la izquierda mediante el fantasmón del pueblo o de la tradición popular catalana, mientras ofrecen cifras de asistencia ( ... ), cifras que podrían multiplicarse por diez si se decidieran a financiar una ejecución pública, el espectáculo más popular de todos los tiempos". (Hasta aquí, Félix de Azúa.)

Sintetizando, en fin, con un ejemplo: puesto que, por una parte, la cultura es una fiesta, y las fiestas están obligadas a ser caras, una escenografía teatral barata, como lo es la cámara de cortinas, hallará resistencias entre los promotores, por el temor típicamente hortera de que el espectáculo pueda ser tachado de pobretonería o hasta indecencia; y puesto que, por otra parte, la cultura no ha de ser elitista, sino popular, de nuevo el uso de la cámara de cortinas se verá rechazado por el grave defecto de su carácter elitista. De modo, pues, que la cámara de cortinas -el más espléndido invento formal de la antigua vanguardia-, por el doblado achaque de no ser ni popular ni cara, sino, por el contrario, barata y elitista, se verá repudiada por los actuales promotores culturales, como algo doblemente indeseable, constituyéndose incluso en paradigma de lo que según ellos no hay que hacer.
Pero estos gobernantes socialistas, que a veces gustan de proclamarse machadianos, o no han frecuentado mucho el aula de Mairena, o ya ni lo recuerdan. Cuando Mairena expuso su proyecto ideal de centro de enseñanza, contraponía claramente una posible Escuela Superior de Sabiduría Popular, como lo rechazable, frente a una posible Escuela Popular de Sabiduría Superior, como lo deseable. Así que lo que Mairena propugnaba podría, muy ajustadamente, designarse como elitismo barato, en el que, por afectar la baratura tan sólo a la actividad de la enseñanza, no al saber enseñado, la tal escuela podía permitirse concebir la aspiración de llegar algún día a hacer mayoritario ese saber. La política cultural de este Gobierno hace lo exactamente inverso al elitismo barato de Mairena: un populismo caro; mejor dicho, carísimo, ruinoso. Aunque, eso sí, "festivo y refrescante", sobre todo si en el concepto de refrescos entran también los vinos y licores.
22-XI-84 Rafael Sánchez Ferlosio

Poner el ego a dieta






Esta dolorosa, angustiosa, extenuante obsesión por ser…

¿Y si fuéramos capaces de aceptar –siquiera un poquito— 

más bien nuestro no ser? ¿Y si prescindiéramos una miajita 

de ese vital reconocimiento por parte de los otros, que tanto 

anhelamos? “Me dejo suceder”, decía Clarice Lispector. ¿Y

si fuéramos capaces de dejarnos transcurrir, ocurrir, 

suceder, pasar –y finalmente desaparecer? ¿Y si fuéramos

capaces de asumir nuestra finitud, hasta el fondo, y de 

someter a cierta dieta al insaciable ego –lograr, al menos,

que dejara de comer carne?

Jorge Riechmann

Quijote tuits




I. Amistades que son ciertas nadie las puede turbar. 

II. Bebed y buen provecho os haga, que el vino que se bebe con medida jamás fue causa alguna de daño. 

III. Porque me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres. 

IV. Aparta la imaginación de los sucesos adversos que te podrán venir; que el peor de todos es la muerte y como esta sea buena, el mejor de todas es morir. 

V. Al bien hacer jamás le falta premio. 

VI. Y hasta la muerte todo es vida. 

VII. No te muestres, aunque por ventura lo seas, codicioso, mujeriego y glotón; porque sabiendo el pueblo y los que te tratan tu inclinación determinada, por allí te darán batería. 

VIII. Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero. 

IX. Porque la experiencia me mostraba que la música compone los ánimos descompuestos, y alivia los trabajos que nacen del espíritu. 

X. Los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos.





XI. Que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen. 

XII. No quieras apresurarte tanto en la carrera que en mitad de ella te falte el aliento. 

XIII. Ambición es, pero ambición generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de terceros. 

XIV. El miedo que tienes te hace Sancho, que ni veas ni oigas a derecha; porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son. 

15. ¿Pero quien pondrá menda a los deseos? 

XVI. Pero no apoques tú ánimo tanto, que te vengas a contentar con menos que con ser adelantado. 

XVII. Todo lo hermoso es amable. 

XVIII. La alabanza propia envilece. 

XiX. ¡Oh memoria!, enemiga mortal de mi descanso. 

XX. Donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni donde hay escasez la liberalidad. 

XXI. Que ya yo sé de experiencia que los montes crían letrados y las cabañas de pastores encierran filósofos. 

XXII. Esperando sin esperanza y temiendo sin saber que tememos. 

XXIII. Hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento. 

XXIV. Que los oficios mudan las costumbres, y podría ser que viéndoos gobernador no conocieseis a la madre que os parió. 

25. No te encumbres que toda afectación es mala. 

XXVI. Y la causa es que el que no puede ser agraviado no puede agraviar a nadie. 

XXVII. Que un buen corazón quebranta mala ventura. 

XXVIII. Que para dar y tener, seso es menester. 

Cervantes

Humanidad como dato




"Los problemas sociales no se solucionan aumentando el PIB"


LA SOBERBIA del ser humano actual es sólo comparable con su necedad. Si el progreso no está regido por la cultura (que consiste en una manera de haber sido, de ir siendo y de llegar a ser, nunca concluida), basado en ella y en el acatamiento de las leyes físicas, gran parte de las cuales ignoramos aún; si el progreso no se atiene a la responsabilidad de un ser que, puesto que se considera cabeza de la escala biológica, debe en primer lugar utilizar su propia cabeza al servicio de la vida total, tal progreso se deshumanizará más cada día, y se dirigirá -subvertidos los valores- al perfeccionamiento de la técnica más que al del hombre. Hasta el punto de que el hombre acabará por padecerlo más que beneficiarse de él. Porque cualquier desarrollo requiere, al mismo tiempo, al hombre y a la Naturaleza. Más aún, ninguno podrá realizarse sin que se desarrolle el hombre mismo, y sin que la Naturaleza sea su aquiescente colaboradora. Ir contra ella es ir contra nosotros. Y así no habrá progreso tecnológico -o no será fructífero- si no hay progreso humano, que no ha de ser material en todo caso. Tal es la causa de que la auténtica cultura (cada pueblo no es más que la suya) sea la abanderada de todo auténtico avance. Condición previa que continuará rigiendo cuando no estemos ya. 

Antonio Gala

Dame tinto y dime tonto










Tú marquesa, yo mendigo
que los amores prohibidos
siempre fueron más mejor.

Los Don Juanes ordinarios 
saben de vocabulario
pero no del corazón.

No cabe en los diccionarios
cuando te beso en los labios
cuando me muero por vos
ni se escribe en los bestseller
con historias de quereres 
como esta tuya y mía
mientras que yo voy contando 
los lunares de tu mambo
pídeme otra manzanilla.

Anda enrróllate mi vida
tú me pagas la bebida
yo te doy el corazón,
luego méteme en tu cama
que si me faltan las ganas
me sobra imaginación,
y llévame a vivir contigo
a la sombra del dobladillo
de una loncha de jamón.




Pa aclararme un vino blanco
si me lo pides te canto 
por don Antonio Chacón

Pa aliviarte esas ojeras
con pena de petenera
niña de mi corazón.

Tú no te quedas soltera
mientras yo viva y beba
a la lima y el limón.

Mañana a la misma hora
no me faltes reina mora
que en tú ausencia me imagino
amargao de la vida
viendo amanecer los días
huérfano de tapa y vino.


Anda enrróllate mi vida
tú me pagas la bebida
yo te doy el corazón,
luego méteme en tu cama
que si me faltan las ganas
me sobra imaginación,
y llévame a vivir contigo
a la sombra del dobladillo
de una loncha de jamón.



Amigos facebook y lazos humanos





Un adicto a facebook me hizo una confidencia, de hecho no una confidencia, pero se jactó de que había hecho 500 amigos en un día. Mi respuesta fue, que tengo 86 años pero no tengo 500 amigos. No lo conseguí. 

Entonces, probablemente, cuando el dice amigo y yo digo amigo, no queremos decir lo mismo. Son cosas diferentes. 

Cuando yo era joven nunca tuve el concepto de redes. Tenía el concepto de lazos humanos, de comunidades, ese tipo de cosas, pero no redes 

¿Cuál es la diferencia entre comunidad y red? La comunidad te precede. Naces en una comunidad. Por otro lado tenemos la red. ¿Qué es una red? Al revés de la comunidad la red es hecha y mantenida por dos actividades diferentes. Una es conectar y la otra desconectar. Creo que el atractivo del nuevo tipo de amistad, el tipo de amistad de facebook, como la denomino, está exactamente en eso. Que es tan fácil de desconectar. Es fácil conectar, hacer amigos. Pero el mayor atractivo es la facilidad de desconectarse. 

Imagina que lo que tienes no son amigos online, conexiones online, compartir online, sino conexiones de verdad, cara a cara, cuerpo a cuerpo, mirada a mirada. Entonces romper relaciones es siempre una situación muy traumática, Tienes que encontrar excusas, tienes que explicar, tienes que mentir con frecuencia y, aún así, no te sientes seguro porque tú compañero dice que no tienes derecho, que eres un cerdo, etc. Es difícil. 

En internet es tan fácil, es solo hacer un click en delete (borrar) y ya está, en lugar de 500 amigos tendrás 499, pero eso será temporal, mañana tendrás otros 500 y eso mina los lazos humanos. 

Los lazos humanos son una mezcla de bendición y maldición. Bendición porque es realmente muy agradable, muy satisfactorio, tener otro compañero en quien confiar y hacer algo por él o por ella. Es un tipo de experiencia no disponible para la amistad en facebook, así que es una bendición. Y creo que muchos jóvenes no tienen la mínima conciencia de lo que realmente perdieron porque nunca vivieron ese tipo de situación. 

Por otro lado, hay la maldición, porque cuando entras en el lazo, esperas quedarte allí para siempre. Juras, haces un pacto: hasta que la muerte nos separe, para siempre. ¿Qué significa eso? significa que empeñas tú futuro, quizá mañana, o el mes que viene, o el año que viene haya nuevas oportunidades. Ahora no consigues preverlas y no serás capaz de tomar esas oportunidades, porque estarás preso a tus antiguos compromisos, a tus antiguas obligaciones.  

Entonces es una situación muy ambivalente y, consecuentemente, un fenómeno curioso de esa persona solitaria en una muchedumbre de solitarios. Estamos todos en una soledad y en una muchedumbre a la vez. 

Diálogos con Bauman

Y todo es vanidad







Gracias a mi conducta vagamente antisocial
temo no verme nunca encaramado a un pedestal:
no alegrará mi efigie el censo de monumentos,
no vendrán las palomas a rociarme de excrementos.

Y es una pena, la verdad,
porque sería muy bonito
seguir de adorno en mi ciudad
sobre un bloque de granito.
Pues qué penita y qué dolor,
no tendré estatua, no señor.

Gracias a mi postura más bien anticlerical
no será un siglo de éstos cuando entre al santoral:
no acudirán beatas a pedirme un milagrillo,
no vendrán los ladrones a vaciarme mi cepillo.


Y es una pena, la verdad,
porque tenía cierta gana
de echarle un ojo a la deidad
mientras me doran la peana.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré culto no señor.





Gracias a que mi musa se las da de cerebral
son pobres mis compases para expresión corporal:
no danzarán mis prosas las reinas de discoteca,
no vendrán los carrozas a hacer su gimnasia sueca.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo inefable
cambiar la torpe realidad
y ser o Borges o bailable.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré el Nobel, no señor.


Gracias a mi tozuda decisión existencial
no cabe entre mis planes dar ningún salto mortal:
no gozará las honras funerales mi alma en pena,
no vendrán los gusanos a tirar de la cadena.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo divino
ver cómo todo es vanidad,
y yo en decúbito supino.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré esquela, no señor.


Javier Krahe

La utilidad de lo inútil





El oxímoron evocado por el título La utilidad de lo inútil merece una aclaración. La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista.  
Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad.

Nuccio Ordine 






Ha prosperado en nuestro tiempo la más singular de las suposiciones de que cuando las cosas van mal, necesitamos un hombre práctico. Sería más acertado decir que cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre no práctico. Ciertamente, al menos, necesitamos un teórico, Un hombre práctico significa un hombre acostumbrado a la simple práctica diaria, a la manera en que las cosas funcionan normalmente. Cuando las cosas no funcionan, has de tener un pensador, el hombre que tenga cierta doctrina sobre porqué no funciona bien.




La eficiencia, naturalmente, es inútil por la misma razón por la que los hombres fuertes, la fuerza de voluntad y el superhombre son inútiles. Es decir, es inútil porque sólo se enfrentan a las acciones después de que estas hayan sido llevadas a cabo. No dispone de una filosofía para los incidentes antes de que ocurran, por lo tanto no tiene capacidad de elección.
Si pedimos algo abstracto, podemos conseguir algo concreto.

Chesterton

Misántropo, ma non troppo







Que no te pase a ti con los misántropos
lo mismo que a los hombres con los hombres"
(Meditaciones, 7, Marco Aurelio)



Durante veinte años he tratado
con muy pocas personas. 
Desatento
a todo lo que no fuera solsticio
o equinoccio,
en la soberanía del invierno
y el verano
celebraba mis fiestas
esperándote.

Adonde me invitaban no acudí.
¿El motivo? Uno solo:
me concentro mejor en un ciprés
que en las conversaciones.
Así he concluido
que cada árbol es un incontable
como el agua.
Así son cada vez más las personas
a las que quiero mucho y veo poco.

Un ángulo me basta,
un libro y un amigo, un sueño breve.
Tiempo para el amor es lo que pido.
En los actos sociales pienso en ti.
Casi siempre
entre el ruido de copas, de palabras,
llega cierto momento en el que pienso:
Necesito urgentemente ver a un limpio de corazón.
Hablar con él. Guardarme entre sus brazos.

Descansar mi cabeza
encima de la roja frecuencia de su vida.
Únicamente esto.
que en los actos sociales pienso en ti.

Juan Antonio González Iglesias

Habana mía


"El amor es una fiera, que necesita cada día alimento nuevo". José Martí



Las guapas por los balcones
los negros que se remangan
huele a tabaco y malanga, 
sabe a tostón y congrí. 

Un príncipe de la danza 
sobre sus piernas de atleta 
ensaya su pirueta, 
su grand jeté cinco mil. 

El mago de las finanzas, 
el as de la bicicleta, 
resuelve su papeleta: 
cambio jabón por café. 
Hoy, papas por camisetas, 
mañana tengo galletas, 
pasado, vete a saber. 



Y pongo punto y aparte, 
ni de noche ni de día, 
que tu risa no me falte, 
Habana mía

La furia del dios Caribe, 
los días que se suceden, 
dejaron en las paredes 
todos los tonos del gris. 

La mano, niña, que pinta, 
como lo mandan los sueños, 
un autobús que la lleva 
de centro Habana a Madrid. 

Como que la luna es blanca 
y la ternura es morena, 
bendita sabe la cena 
sobre el pagano mantel. 



Los besos que se repiten 
sobre el eterno remite 
de un corazón de papel. 
Que pone punto y seguido, 
ni de noche ni de día 
¡Qué poca cosa te pido, 
Habana mía! 

La mirada impenetrable, 
las llagas de la memoria, 
las caricias que la gloria 
ya no quiere repartir. 

En el jardín donde crecen 
las flores de la paciencia, 
el árbol de la prudencia, 
el reino del colibrí. 
Es el delirio habanero, 
dinero que no es dinero, 
manisero sin maní. 
Y pongo puntos suspensivos, 
ni de noche ni de día, 
ya sabes que no te olvido, 
Habana mía.




Javier Ruibal

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