El músico



Los tres músicos - Picasso


Está cansado de que pasen por delante sin mirarlo siquiera, así que abre una maleta inmensa y guarda en ella la guitarra, la lona sobre la que se sentaba, el banquito, la farola, la acera, las papeleras, un buzón, un par de niños que jugaban cerca, un puestecito de helados, una tienda de reparaciones, un perro callejero y una peluquería de señoras. 
El otro hombre, que hace unos segundos se disponía a cruzar el semáforo con total tranquilidad, se encuentra de repente sumergido en una especie de niebla gris, con la mano a medio camino de una moneda en su bolsillo para la que, sospecha, ya es demasiado tarde.
María José Barrios 

Democracia sin partidos políticos






La herencia del Terror, por un lado, y la influencia del ejemplo inglés, por otro, instalaron a los partidos políticos en la vida pública europea. El hecho de que existan no es motivo suficiente para conservarlos.

El mal de los partidos políticos salta a la vista.... 
«Un buen árbol jamás dará malos frutos, ni un árbol podrido buenos frutos»

Los partidos son organismos públicos, oficialmente constituidos de manera que matan en las almas el sentido de la verdad y de la justicia.

Para valorar a los partidos políticos según el criterio de la verdad, de la justicia, del bien público, conviene comenzar discerniendo sus características esenciales. Se pueden enumerar tres:

  1. Un partido político es una máquina de fabricar pasión colectiva.
  2. Un partido político es una organización construida de tal modo que ejerce una presión colectiva sobre el pensamiento de cada uno de los seres humanos que son sus miembros.
  3. La primera finalidad y, en última instancia, la única finalidad de todo partido político es su propio crecimiento, y eso sin límite.

Debido a este triple carácter, todo partido político es totalitario en germen y en aspiración. Si de hecho no lo es, es solo porque los que lo rodean no lo son menos que él.

Los partidos hablan, cierto es, de educación de los que se les han acercado, simpatizantes, jóvenes, nuevos adherentes. Esa palabra es una mentira. Se trata de un adiestramiento para preparar la influencia mucho más severa que el partido ejerce sobre el pensamiento de sus miembros.

Desde el momento en que el crecimiento del partido constituye un criterio del bien, se sigue inevitablemente la existencia de una presión colectiva del partido sobre el pensamiento de los hombres. Esa presión se ejerce de hecho. Se muestra públicamente. Se confiesa, se proclama. Nos horrorizaría, de no ser porque la costumbre nos ha endurecido.

Si un hombre, miembro de un partido, está absolutamente decidido a ser fiel, en todos sus pensamientos, tan solo a la luz interior y a nada más, no puede dar a conocer esa resolución a su partido. Entonces se encuentra respecto del partido en estado de mentira.

Un hombre que se afilia a un partido seguramente ha percibido, en la acción y la propaganda de ese partido, cosas que le han parecido justas y buenas. Pero jamás ha estudiado la posición del partido respecto a todos los problemas de la vida pública. Al entrar en el partido, acepta posiciones que ignora. De esa manera somete su pensamiento a la autoridad del partido.

Pero de hecho, salvo raras excepciones, un hombre que entra en un partido adopta dócilmente la actitud de espíritu que expresará más tarde con estas palabras: «Como monárquico, como socialista, pienso que...». ¡Es tan cómodo! Porque no es pensar. No hay nada más cómodo que no pensar.

La supresión de los partidos sería un bien casi puro. Es eminentemente legítima en principio, y en la práctica solo parece susceptible de efectos buenos.

Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos.

Las soluciones no son fáciles de concebir. Pero es evidente, tras un examen atento, que cualquier solución implicaría en primer lugar la supresión de los partidos políticos.


Simone Weil



La Educación simple


Vive pensando y piensa viviendo


" La Educación es tan simple como un espacio y un tiempo. Pero un espacio y un tiempo liberados de productivismos, baremos, resultados, rentabilidades... Para mí educar es liberar tiempo de todo eso y dirigir la atención a cosas muy simples: a mirar el mundo, mirar la realidad, aprender de ella, aprender los unos de los otros"
Filosofía inacabada - Marina Garcés 

Divertirse hasta morir







“Orwell advierte que seremos vencidos por la opresión impuesta exteriormente. Pero en la visión de Huxley no se requiere un Gran Hermano para privar a la gente de su autonomía, de su madurez y de su historia. Tal y como él lo percibió, la gente llegará a amar su opresión y a adorar las tecnologías que anulen su capacidad de pensar. Lo que Orwell temía era que se pudieran prohibir libros, mientras que Huxley temía que no hubiera razón alguna para prohibirlos debido a que nadie tuviera interés en leerlos (...). Orwell temía que nos fuera ocultada la verdad, mientras que Huxley temía que la verdad fuera anegada en un mar de irrelevancia (...). Este libro trata de la posibilidad de que sea Huxley, y no Orwell, quien tenga razón”

Neil Postman 

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