Amigos facebook y lazos humanos





Un adicto a facebook me hizo una confidencia, de hecho no una confidencia, pero se jactó de que había hecho 500 amigos en un día. Mi respuesta fue, que tengo 86 años pero no tengo 500 amigos. No lo conseguí. 

Entonces, probablemente, cuando el dice amigo y yo digo amigo, no queremos decir lo mismo. Son cosas diferentes. 

Cuando yo era joven nunca tuve el concepto de redes. Tenía el concepto de lazos humanos, de comunidades, ese tipo de cosas, pero no redes 

¿Cuál es la diferencia entre comunidad y red? La comunidad te precede. Naces en una comunidad. Por otro lado tenemos la red. ¿Qué es una red? Al revés de la comunidad la red es hecha y mantenida por dos actividades diferentes. Una es conectar y la otra desconectar. Creo que el atractivo del nuevo tipo de amistad, el tipo de amistad de facebook, como la denomino, está exactamente en eso. Que es tan fácil de desconectar. Es fácil conectar, hacer amigos. Pero el mayor atractivo es la facilidad de desconectarse. 

Imagina que lo que tienes no son amigos online, conexiones online, compartir online, sino conexiones de verdad, cara a cara, cuerpo a cuerpo, mirada a mirada. Entonces romper relaciones es siempre una situación muy traumática, Tienes que encontrar excusas, tienes que explicar, tienes que mentir con frecuencia y, aún así, no te sientes seguro porque tú compañero dice que no tienes derecho, que eres un cerdo, etc. Es difícil. 

En internet es tan fácil, es solo hacer un click en delete (borrar) y ya está, en lugar de 500 amigos tendrás 499, pero eso será temporal, mañana tendrás otros 500 y eso mina los lazos humanos. 

Los lazos humanos son una mezcla de bendición y maldición. Bendición porque es realmente muy agradable, muy satisfactorio, tener otro compañero en quien confiar y hacer algo por él o por ella. Es un tipo de experiencia no disponible para la amistad en facebook, así que es una bendición. Y creo que muchos jóvenes no tienen la mínima conciencia de lo que realmente perdieron porque nunca vivieron ese tipo de situación. 

Por otro lado, hay la maldición, porque cuando entras en el lazo, esperas quedarte allí para siempre. Juras, haces un pacto: hasta que la muerte nos separe, para siempre. ¿Qué significa eso? significa que empeñas tú futuro, quizá mañana, o el mes que viene, o el año que viene haya nuevas oportunidades. Ahora no consigues preverlas y no serás capaz de tomar esas oportunidades, porque estarás preso a tus antiguos compromisos, a tus antiguas obligaciones.  

Entonces es una situación muy ambivalente y, consecuentemente, un fenómeno curioso de esa persona solitaria en una muchedumbre de solitarios. Estamos todos en una soledad y en una muchedumbre a la vez. 

Diálogos con Bauman

Y todo es vanidad







Gracias a mi conducta vagamente antisocial
temo no verme nunca encaramado a un pedestal:
no alegrará mi efigie el censo de monumentos,
no vendrán las palomas a rociarme de excrementos.

Y es una pena, la verdad,
porque sería muy bonito
seguir de adorno en mi ciudad
sobre un bloque de granito.
Pues qué penita y qué dolor,
no tendré estatua, no señor.

Gracias a mi postura más bien anticlerical
no será un siglo de éstos cuando entre al santoral:
no acudirán beatas a pedirme un milagrillo,
no vendrán los ladrones a vaciarme mi cepillo.


Y es una pena, la verdad,
porque tenía cierta gana
de echarle un ojo a la deidad
mientras me doran la peana.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré culto no señor.





Gracias a que mi musa se las da de cerebral
son pobres mis compases para expresión corporal:
no danzarán mis prosas las reinas de discoteca,
no vendrán los carrozas a hacer su gimnasia sueca.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo inefable
cambiar la torpe realidad
y ser o Borges o bailable.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré el Nobel, no señor.


Gracias a mi tozuda decisión existencial
no cabe entre mis planes dar ningún salto mortal:
no gozará las honras funerales mi alma en pena,
no vendrán los gusanos a tirar de la cadena.

Y es una pena, la verdad,
porque sería algo divino
ver cómo todo es vanidad,
y yo en decúbito supino.
Pues qué penita y qué dolor
no tendré esquela, no señor.


Javier Krahe

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